La Confitería del Molino, camino a recuperar su esplendor

Hace casi dos meses se tomó posesión del edificio y un grupo de 20 restauradores trabaja para devolverle su aspecto original. Una parte estaría lista para la próxima Noche de Los Museos.
Salones que destilan historia, una escalera imponente, vitrales apagados, un balcón solitario, hornos gigantes empotrados en las paredes y un enorme reloj antiguo se combinan en una mezcla de nostalgia y fascinación. Hay una vida latente en la Confitería del Molino, que hace casi dos meses fue tomada por un grupo de restauradores que trabajan para devolverla a su estado original.Parlamentario.com participó de una recorrida por el frío y húmedo interior del edificio junto al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó (Cambiemos); el diputado Daniel Filmus (FpV-PJ-CABA); el exsecretario administrativo del Cuerpo, Ricardo Angelucci, y el arquitecto Miguel Mármora, dos de los líderes del proyecto para recuperar la confitería y volver a abrir sus puertas.

Para eso habrá que esperar algún tiempo, pero Angelucci pretende abrir parte del edificio al público la próxima Noche de los Museos, que se celebrará en noviembre. Ese día se podrán visitar el primer y segundo piso, donde se encontraban, respectivamente, la confitería y el salón de fiestas. Lugares por donde parecen sucederse imágenes en sepia.

El punto de partida para la puesta en valor de El Molino fue la Ley 27.009, sancionada a fines de 2014, por la cual se expropió el edificio, que fue transferido al Poder Legislativo. El pasado 14 de agosto se suscribió un convenio marco de colaboración entre la Cámara baja, el Gobierno de la Ciudad y el Ministerio de Interior de la Nación, para avanzar con la tarea.

Tiempo antes, a fines de junio, un equipo de 20 restauradores tomó posesión del edificio -creado en 1916 por el arquitecto Francisco Gianotti- y dio inicio al proyecto, que no solo incluye la recuperación de la confitería sino también la creación de un museo y un centro cultural, que se llamará “De las Aspas”, según lo estableció la ley de expropiación.

“El Molino es un edificio emblemático de la Ciudad, de características de art noveau, algo inédito para la Ciudad. Se fue deteriorando por la falta de uso y por el saqueo de buena parte de sus estructuras, sobre todo de la broncería. Pero el edificio está estructuralmente sano: no tiene grandes agrietamientos ni grandes problemas de destrucción”, explicó Angelucci a la prensa.

En pocos días se podrá tener una primera dimensión externa del edificio, pues se terminarán de quitar los andamios que por mucho tiempo obstruyeron la visión y el tránsito en la esquina de Rivadavia y Callao. La tarea de recomposición de la fachada está en manos del Gobierno porteño, mientras los restauradores de Diputados se ocupan de los detalles del interior.

En total, son aproximadamente 6.900m2, con superficies de mármoles europeos, madera fina, ornatos premoldeados de yeso estucados o con toques dorados. La planta baja -donde se encontraba la confitería propiamente dicha-, es el espacio más amplio, con 900 m2. Allí todavía yacen algunos muebles de madera.

El segundo piso supo ser un salón de fiestas de 832 m2, y de allí al quinto se levantan una azotea, departamentos en dos alas -una sobre Rivadavia y otra sobre Callao- y un pintoresco patio interno estilo andaluz. Las familias que todavía quedaban allí fueron desalojadas para iniciar la restauración.

Por una estrecha escalera se llega al primer subsuelo, donde se encontraba el área de elaboración de pastelería y productos de confitería. Allí reposan los inmensos hornos y amasadoras. El segundo subsuelo poseía las cisternas, la sala de máquina y el mantenimiento. Y el tercero sufre actualmente filtraciones de agua, que buscarán resolverse en el corto plazo.

La comisión administradora de la Confitería del Molino está integrada hoy por Monzó; la vicepresidenta Gabriela Michetti; los diputados Filmus, Facundo Suárez Lastra, Mirta Pastoriza, José Riccardo, Laura Alonso y Rosa Muñoz; y los senadores Eduardo Aguilar y Marta Varela, todos ellos como autoridades de las comisiones de Educación y de Cultura de ambas Cámaras.

“En esto hay un compromiso del Estado. Este inmueble de expropió en el gobierno anterior, han cambiado las administraciones, pero hubo una continuidad en tratar de recuperarlo”, destacó Angelucci. En efecto, el estado nacional compró el edificio a principios de marzo de 2017, con un costo de casi 182 millones de pesos.


Fuente: El Parlamentario Por Carolina Ramos