Francisco Salamone, el arquitecto de la Piedra líquida

Hacia el final de la década del ’30 se desarrolló un intenso programa de obras públicas en todo el territorio de la Provincia de Buenos Aires, la más importante de la Argentina. El organizador de esta campaña constructiva fue el Dr. Manuel A. Fresco, un discutido político conservador que gobernó esa provincia desde 1936 hasta 1940. Durante su gestión se levantaron una infinidad de edificios públicos nuevos. El conjunto de la obra de Fresco, proyectada por la Dirección de Arquitectura de la Prov. de Buenos Aires responde al común denominador oficial derivado de los postulados del movimiento moderno con un decidido carácter autoritario. 

El caso de Salamone puede compararse con el de los grandes genios de la música, que contratados por sus coronas compusieron sus más maravillosas obras de arte, que sorprenden por una combinación de autoritarismo, art decó, funcionalidad y escala colosal. Todo ello instalado en medio del dilatado horizonte pampeano. 

Francisco Salamone nació en Leon Forte, Italia el 15 de junio de 1897 y murió en Buenos Aires el 8 de agosto de 1959. Se recibió de maestro mayor de obras en el colegio industrial Otto Krause de Buenos Aires y luego de inscribirse en la Universidad de Córdoba, se recibió en sólo dos años de arquitecto primero y de ingeniero civil poco después (además de técnico y proyectista). Realizó 67 obras públicas en 28 pueblos de la Provincia de Buenos Aires entre los años 1936 y 1940. El gran aliado material de Salamone en esta tarea fue el hormigón (llamado por entonces «piedra liquida»), una innovación que permitía no sólo conquistar las alturas sino que además poseía una elocuencia hasta entonces inimaginable. 

La pampa del hormigón: la audacia de generar imágenes nuevas para los pobladores bonaerenses. 

Hacia fines del siglo XIX y primeras décadas del siglo pasado se erigen en el Partido de Azul construcciones de alto valor arquitectónico. Se destacan las corrientes estilísticas que responden al neo clasicismo, eclecticismo francés e italiano y neo tudor, en su mayoría de importantes dimensiones, con gran riqueza ornamental en el tratamiento de sus fachadas e importantes trabajos de herrería, carpintería, vitrales y mayólicas. 

Dentro de este contexto irrumpe con aire renovador la arquitectura monumental de Salamone rompiendo con los cánones establecidos de belleza y cultura de la época. Se deja establecida una nueva Identidad urbana, que se corresponde exactamente con el pensamiento imperante en las décadas del 30 y 40, en el sentido de la grandilocuencia con que se quería revestir la arquitectura oficial, teñida de la magnificencia de la arquitectura alemana, con plantas renacentista-racionalistas y resoluciones en elevación, adheridas al Art-Decó con carácter monumental. Subraya ademàs el valor simbòlico de la carne en la vida econòmica de la Argentina.

Circuito Salamone

Azul impulsó el plan de obra más importante que le tocó desarrollar a Salamone, para las localidades de Azul, Cachari y Chillar, las principales de un partido que contaba con más de 50.000 habitantes en los años 30. 

Actualmente, las obras del ingeniero y arquitecto Francisco Salamone son reconocidas a nivel internacional y consideradas verdaderas exponentes de la historia de la arquitectura contemporánea de la Provincia de Buenos Aires. 

Estas obras se constituyen en bienes culturales irremplazables por sus características excepcionales y poseen relevancia comprobada como componentes de la herencia espiritual e intelectual de nuestra comunidad.  Salamone es un objeto de culto en el mundo de la arquitectura y sus márgenes, por una serie de razones: 

  1. El demencial cruce de estilos de esas construcciones monumentales que erigió en medio de la pampa; 
  2. El hecho de que se «especializara» en tres rubros de lo más elocuentes: mataderos, cementerios y palacios municipales; 
  3. El breve y febril lapso de cuarenta meses en que realizó toda su obra (unos 60 edificios en más de 15 pueblos perdidos de provincia _perdidos en 1940 la mayoria era de menos de 1000 habitantes) supervisando desde el primero hasta el último detalle en cada una de ellas, y 
  4. Que todas esas edificaciones fueran un proyecto de connotaciones ideológicas de lo más sugestivas, encargadas en persona -y salteándose licitaciones- por el gobernador provincial, de francas simpatías fascistas.

Mientras este gobernador adjudicaba al arquitecto Bustillo la magna tarea de urbanizar la Bristol en Mar del Plata, queda para Salamone «consolidar urbanísticamente» todos aquellos humildes asentamientos que seguían siendo sucedáneos de los fortines defensivos levantados a fines del XIX para protegerse del indio, o nacidos como puntos intermitentes de concentración sembrados cada cincuenta kilómetros por la avanzada del ferrocarril.

«lo que Fresco dispone lo construye Salamone, cuando Fresco pone un ladrillo lo llama Bustillo»

Además de la grandeza del Estado, también la omnipresencia divina se vio plasmada en las estructuras grandilocuentes que Salamone concibió para los cementerios. Los enormes portales de acceso enfatizan la frontera entre las ciudades de los vivos y las de los muertos.

En 2002 su legado fue declarado patrimonio cultural de la provincia de Buenos Aires a través de la ley 12.854 y en 2010 el proyecto de creación de un circuito cultural fue incluido dentro del Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable.

Galería Fotográfica

Para contextualizar y entender aún más su obra

Breve marco histórico / político de los años 30  

Transcurría la década del 30 y en Europa los estados liberales burgueses entraban en crisis surgiendo regímenes totalitaristas como los de la ex Unión Soviética, Alemania, España, Portugal e Italia con el fascismo y su corporativismo. Algo parecido ocurría en América Latina con movimientos y revoluciones totalitaristas y con instituciones corporativas al servicio del Estado como en el caso de Brasil, Chile, Uruguay y Perú.

Argentina no fue la excepción y con el Golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 perpetuado por Agustín P. Justo y José Félix Uriburu, se da fin al Gobierno Radical de Hipólito Irigoyen, creando organizaciones paramilitares de estilo fascista.

El 31 de agosto de 1931 se fundó el Partido Demócrata Nacional (PDN).

Comienza pues una época de censura, violencia, proscripción y fraude conocida como la década infame. En 1931, con la abstención Radical, llega al gobierno nacional el General Agustín P. Justo.

En la Provincia de Buenos Aires el 12 de Octubre de 1931 asume como Gobernador Federico Martínez de Hoz del PDN, posteriormente y como consecuencias de conflictos partidarios internos en una asamblea del PDN el 21 de febrero de 1935, se proclamó la fórmula Manuel Fresco – Aurelio Amodeo. Cabe destacar que en esos momentos Fresco (reconocido caudillo nacionalista que había sido Diputado Provincial en los períodos 1919 – 22, 1925 – 28 y Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación entre 1933 y 1935) se encontraba en Italia visitando al Papa y Mussolini.

Ante la negativa de renuncia de Martínez de Hoz, se interviene la Provincia y en las elecciones del 3 de noviembre de 1935 se imponen Fresco – Amodeo.

Propone como eje para su mandato la modernización del Estado por medio de obras públicas y atención social de la salud y la vivienda. Impulsó una red de caminos de 2.500 Km. promoviendo turístico. Facilitó a habitantes rurales el sueño de la tierra propia. Construyó más de 100 escuelas y hospitales. Y aquí es donde entra en acción Francisco Salamone como principal mano ejecutora del ambicioso plan de obras públicas que Fresco encarara en el interior de la Provincia.

Adoptó los lemas «DIOS, PATRIA, HOGAR» y «ORDEN, DISCIPLINA, JERARQUÍA».

Utilizó la Radio Oficial que él creara, para la difusión de arengas de la Italia fascista y la Alemania nazi.

Decretó la obligatoriedad de la enseñanza del catolicismo en las escuelas.

Fresco quiere ser candidato a Presidente de la Nación pero las pujas internas dentro de su partido terminaron proclamando como fórmula electoral a Ortíz – Castillo. El carácter antifascista y liberal de Ortiz, contrapuesto a los ideales de Fresco logra desestabilizar su gobierno para finalmente el 7 de mayo de 1940 concretar la intervención a la Provincia.

Mientras tanto el Partido de Azul era gobernado por el Dr. Agustín J. Carús del PDN desarrollando políticas que lo destacó por años entre varios Intendentes.

Por la ubicación geográfica Azul fue pionera y de avanzada, de un porvenir y estilo único, lo que la hacía una de las ciudades más importantes del interior.

En 1936 la población del partido era de unos 60.000 habitantes.

Azul poseía un trazado urbano con gran parque, anchas avenidas con bulevares de tilos y naranjos, balneario, costanera, paseos en lancha por el arroyo, calles asfaltadas, imponentes edificios, numerosos comercios e industrias como cervecería, jabonería, hielo y curtiembre, usinas y cooperativa eléctrica local y establecimientos rurales ejemplares.

Rutas de conexión con ciudades vecinas y Buenos Aires; Ferrocarril desde Constitución y el provincial hacia La Plata y un aeródromo con escala de vuelos entre Buenos Aires y Córdoba. También hospital de primer nivel y casas de estilo variado. Sede de Tribunales Provinciales y Federal, de Diócesis y de importante regimiento.

Numerosos clubes destacándose el de Remo y Polo, el Tiro Federal y el Hipódromo. También el Teatro Español, varios periódicos, radio, bancos. Destacada actividad artística en pintura, las letras y la música. Publicación de revistas y libros de tirada nacional y una importante biblioteca.

Una aproximación a la Biografía de Francisco Salamone

Francisco Salamone D´Anna, nació el 5 de junio de 1897 en Leonforte, Sicilia, Italia. Arribó a nuestro país en 1903 junto a sus padres y hermanos. Tal vez el oficio de su padre, constructor, haya sido influencia decisiva.  Concluyó sus estudios como Técnico Constructor en la Escuela Industrial Otto Krausse. luego comienza arquitectura en La Plata, Posteriormente se radica en Córdoba donde trabajó junto a sus hermanos, en la construcción y pavimentos mientras estudiaba en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, graduándose como Ingeniero Arquitecto primero e Ingeniero Civil posteriormente. 

En 1919, gana dos medallas por sus diseños en exposiciones internacionales de Milán y Barcelona (también incluía esta información en sus sellos). Sus primeras obras, en diferentes localidades cordobesas, son paralelas a su breve militancia política (es candidato a senador provincial en 1923, pero luego de perder se aleja del Partido Radical y de las arenas políticas). Si bien se inscribe en la Sociedad Central de Arquitectos porteña, se mantiene al margen de la actividad intelectual y social de sus colegas. Dato significativo, y paso a explicar por qué: en 1924, sale segundo en un concurso para el diseño de carátula de la revista de la SCA, pero no le publican el material (era tradición publicar siempre todos los trabajos premiados);

en 1925 A los 28 años se casó con Adolfina, hija del cónsul británico en Bahía Blanca José Croft, relación que luego le abriría las puertas a su obra más importante.

poco después, en 1926, genera un escándalo en otro concurso, esta vez para la construcción de la Bolsa de Comercio de Rosario, donde el proyecto ganador es, según nuestro personaje, un calco del Banco de la República de Uruguay, donde el jurado era sugestivamente el mismo que en el concurso de la Bolsa de Rosario. Salamone acusa de fraude al jurado (integrado por la cúpula de la SCA: el presidente Coni Molina y el arquitecto Christophersen) y la SCA amenaza con echarlo de la institución. Por misteriosos motivos el asunto no pasa a mayores, pero la relación queda francamente deteriorada: desde entonces, las únicas comunicaciones entre la entidad y su asociado son una serie de reclamos por el pago de la cuota que culminarán, unos años después, en la decisión final de Salamone de quitar de su tarjeta y papelería el título de arquitecto. Pero antes de eso tiene lugar un drástico golpe de suerte que cambiará la vida del joven siciliano: se muda a Buenos Aires y aquí conoce a un caudillo nacionalista de Avellaneda devenido gobernador de la provincia por su estrecho vínculo con el golpista Uriburu: el ya mencionado Manuel Fresco.

En 1935 se instala en la ciudad de Buenos Aires donde realizó un edificio en Av. Alvear esquina Ayacucho.

Interviene en planes de obras públicas de la Provincia de Buenos Aires, durante la Gobernación de Martínez de Hoz, y luego por contratación directa, durante el mandato de Manuel Fresco.

Un golpe de suerte 

Estamos en 1936, y las obras públicas (de edificios y caminos) son uno de los motores esenciales para la reactivación económica, en un país aún azotado por el crac mundial del 29. Bajo el lema “Dios, Patria y Hogar”, el gobernador Fresco (un hombre cuyas simpatías fascistas lo llevaban a saludar públicamente con el brazo en alto, además de ensalzar sin pudor al Duce), decide encarar un ambicioso plan de edificaciones en los 110 municipios de provincia, para “dignificar el perfil oficial y paisajista de la región”. Mientras el “patricio” ministro de Obras Públicas José María Bustillo adjudica a su hermano, el arquitecto Alejandro Bustillo, la magna tarea de urbanizar la playa Bristol en Mar del Plata, queda para Fresco el enorme patio trasero que era el sudoeste de la provincia, y éste elige a Salamone para “consolidar urbanísticamente” todos aquellos humildes asentamientos que, hasta los años 30, seguían siendo sucedáneos de los fortines defensivos que se habían levantado a fines del XIX para protegerse del indio, o bien habían nacido como puntos intermitentes de concentración sembrados cada cincuenta kilómetros por la avanzada del ferrocarril.

De la noche a la mañana, Salamone se convierte en el proyectista más activo en toda la provincia (por entonces circulan dos dichos populares; uno de ellos dice: “Lo que Fresco dispone lo construye Salamone”; el otro corrige: “No se mueve un ladrillo sin que lo diga Bustillo”). Mientras Bustillo redefine “elegantemente” Mar del Plata con el estilo neoclásico que imprime al Casino, el Hotel Provincial, el Municipio y la gran Rambla con su plaza seca, piletas cubiertas y enormes vestidores en sus balnearios (una tarea que le llevó diez años enteros), a Salamone le alcanzan menos de cuarenta meses para la titánica tarea de poblar los pueblos perdidos de la pampa de edificaciones monumentales e imposibles de definir estilísticamente. A esa combinación delirante de elementos del art déco y el futurismo, del funcionalismo racionalista y el clasicismo monumentalista (aplicada a edificaciones tan simbólicas como mataderos, cementerios y palacios municipales) hay que sumarle el efecto que producen esas elefantiásicas y aluvionalmente mestizas construcciones sobreimpresas al inalterable horizonte pampeano, empequeñeciendo aún más esos pueblos de casas chatas y escasas calles. Por si todo esto fuera poco, la obra de Salamone plantea dos problemas adicionales a los estudiosos de laarquitectura: 1) que el tipo no dejó un solo escrito teórico o apunte personal fundamentando el porqué de esa decisión estilística (lo que deja a los estudiosos pedaleando en el aire, a tal punto que el investigador del Conicet Dardo Arbide puede reivindicarlo como producto puro del Cubismo Checo; el profesor Mario Sabugo opta por bautizarlo como Futurismo Populista Bonaerense, y el mencionado Belucci habla en cambio de lo anticipatorio que es Salamone del estilo iconográfico de Las Vegas y Disneylandia); y 2) el espíritu ideológico que originó el megalómano proyecto y terminó “envolviéndolo” (a falta de reflexiones del propio Salamone), atribuible al fascista Fresco.

El gobernador Fresco le encargó la construcción de más de 60 obras públicas en 14 delegaciones de la provincia de Buenos Aires, que construiría en tan solo 4 años (1936-1940). El caso de Salamone puede compararse con el de los grandes genios de la música, que contratados por sus coronas compusieron sus más maravillosas obras de arte.

Las moles que hablan 

No es casualidad que las obras de Salamone se centraran en tres instituciones-eje en la vida de los pueblos pampeanos, como cementerios, mataderos y municipios. En el proyecto de Fresco, era imperativo que el municipio se convirtiera en el corazón urbano de cada pueblo (así como el matadero y el cementerio debían “anunciar” la entrada y la salida del centro urbano, uno en cada extremo). En cuanto a los municipios, la elección que hace Salamone del monumentalismo (en lugar de alguna variante aggiornada del cabildo con recovas o el palacete neoclásico) apunta a transmitir el paternalismo estatal con su nuevo signo de eficiencia administrativa (“la máquina de tramitar”). A tal punto el municipio debe regir simbólicamente las vidas del pueblo que el arquitecto remata la construcción con una torre que supera en altura hasta el campanario de la iglesia, a la que corona con un inmenso reloj (ya no es la evolución del sol sino el municipio el que da la hora “oficial”). En cuanto a los mataderos, debían ser símbolo orgulloso de la nueva industria, con la creciente mecanización del faenado y la imposición de mayores medidas sanitarias, desde las salas azulejadas hasta las bombas eléctricas y los laboratorios (en este caso, a falta de signos visibles exteriores fuera de los corrales, Salamone optó por convertir la fachada del matadero en verdaderas ornamentaciones simbólicas, a las que imprimió forma de enormes cuchillas verticales). En cuanto a los cementerios, tener familia enterrada consolidaba el sentido de pertenencia a ese asentamiento urbano de parte de los sobrevivientes. Para consolidar ese vínculo, Salamone opta por enfatizar casi operísticamente la frontera entre la ciudad de los muertos y la ciudad de los vivos, edificando enormes portales de acceso (con gigantescos cristos cubistas y ángeles guardianes, o monumentales inscripciones RIP en letras de granito negro que alcanzan por sí solas los quince metros, a los que hay que sumar la altura del portal que las contiene).

El gran aliado material de Salamone en esta tarea fue el hormigón (llamado por entonces “piedra líquida”), una innovación que permitía no sólo conquistar las alturas sino de elocuencia hasta entonces inimaginable. A eso le sobreimprimía revoques lisos y uniformemente blancos (el color democrático, además de económico). También se encargaba obsesivamente del diseño de los interiores, combinando siempre geométricamente pisos de granito (que venía de las canteras de las sierras pampeanas), con aberturas de hierro, metales cromados y opalinas en los artefactos lumínicos y carpinterías en nogal. Los baños eran de diseño igualmente funcional y luminoso, con azulejos de piso a techo y griferías sin molduras innecesarias (vale aclarar que, en el caso de los muebles, sus diseños no eran especialmente felices, ni en innovación ni en comodidad, como puede verse en la silla oficial del intendente de Laprida, cuyo respaldo altísimo repite los trazos de la torre que remata la sede municipal).

La tremenda ironía es que, mientras Bustillo se dedicaba a inaugurar en Buenos Aires el tedioso edificio del Banco Nación, que según sus propias declaraciones a la prensa “fijaba el punto de partida del Estilo Clásico Nacional Argentino” (sic), las demenciales moles de hormigón de Salamone se alzaron en localidades ínfimas, además de perdidas (en la mayoría de los casos su población no alcanzaba al millar de habitantes, como Salliqueló, Urdampilleta, Saldungaray, Puán, Laprida, Lobería, Cacharí, Carhué o Carlos Pellegrini), casi “a espaldas” del progreso pretendido prepotentemente por el gobernador Fresco. Aun así, hay anécdotas legendarias, como la que se cuenta en Laprida, donde el caudillo del pueblo, un tal Martínez, que había llegado a intendente, interceptó al mejor estilo cuatrero el tren que llevaba más al Sur (aparentemente a Bahía Blanca) las piezas desarmadas de lo que sería el enorme frontispicio de la necrópolis local, y a punta de pistola ordenó: “El cementerio se queda acá”.

El sueño terminó 

Con la intervención que hace Castillo a la gobernación provincial en 1940, queda interrumpido de cuajo el proyecto urbanístico de Fresco. Salamone no se queda en la calle precisamente: de hecho, sigue trabajando para el gobierno, pero en las provincias del Norte, con la empresa de pavimentación que había creado con uno de sus hermanos, y dedicado exclusivamente al trazado de caminos (misteriosamente, se abstiene de encarar toda edificación). Las nuevas autoridades lo fuerzan, poco después, a exiliarse de apuro en Montevideo, acusado de irregularidades en su relación con el gobierno provincial (aquí nuevamente discrepan los estudiosos, pero el proceso judicial no se debe a su relación con Fresco –si bien el caudillo provincial no sólo salteó siempre a la Dirección de Arquitectura a la hora de contratar a Salamone, sino que además le aplicaba un sistema “especial” de liquidación– sino por una de las licitaciones de caminos en Tucumán). Lo cierto es que, luego de casi tres años de proceso, Salamone es sobreseído y vuelve a Buenos Aires, “reivindicado su buen nombre”.

Esto incluye, al menos tácitamente, el aspecto ideológico: si bien en la inauguración oficial de las obras en Tornquist, con presencia y discurso del inefable Fresco, flamearon, según la prensa local, banderas con la svástica nazi en manos de la gran colectividad germana de la zona (cabe aclarar que estamos hablando de 1938, y que por entonces la bandera “oficial” alemana era la bandera del Reich), en ninguno de los trabajos que he leído sobre Salamone aparece la menor evidencia sobre sus simpatías políticas, fuera de su temprana filiación (y pronto desencanto) con el Partido Radical. Que quede claro: tampoco estamos hablando de un progresista precisamente. Hasta su muerte, en 1959, Salamone tuvo una tertulia vespertina en su palacete de la calle Uruguay al 1200, frecuentada por el historiador Levene, el inefable Arturo Capdevilla (a quien algunas maestras de escuela aún deben definir como escritor) y un monseñor Lafitte, entre sus miembros más conspicuos. Seguramente hay una relación directa entre esas tertulias y la empecinada abstención de nuevas construcciones monumentalistas de parte de Salamone, pero ése es otro de los misterios que rodea al personaje. Si bien después del exilio su actividad profesional se mantuvo acotada a la empresa de pavimentación (suprimiendo el título de arquitecto de sus sellos y ahora participando sólo de licitaciones de vecinos, no estatales), hay al menos dos edificios en Buenos Aires que llevan su firma, aunque el tiempo se encargó de anonimizarlos, cada uno a su manera: a uno de ellos, ubicado en la esquina de avenida Alvear y Ayacucho, le sacaron la placa con su firma cuando le blanquearon la fachada; el otro, en la calle Zufriategui, que fue sede de su empresa de pavimentación, corrió suerte similar al quedar bajo la sombra de la unión de las avenidas General Paz y Libertador cuando se construyó el puente de la Lugones.

En cuanto a sus edificaciones más conspicuas, las que pueblan fantasmalmente la provincia, todas salvo una (una fuente frente al palacio municipal de Balcarce, que el pueblo llamaba “la torta de bodas”, y que fue derrumbada por el gobierno posterior) siguen en pie. Los mataderos están en su mayoría abandonados y en algunos casos aislados por el deterioro en los caminos causado por las inundaciones, salvo el de Azul (que hoy es el hogar de perros abandonados de la ciudad), el de Pringles (convertido en simpático museo de carruajes) y el de Balcarce (que ha mutado en capilla dedicada a San Cayetano). Las sedes municipales siguen albergando a las autoridades y los cementerios siguen albergando a los muertos, roídos lentamente por el descuido y el burocrático paso del tiempo, incluso el de Laprida, que supo conseguir el caudillo Martínez a punta de pistola.

En la década del cincuenta parte de su familia se radica en Mar del Plata donde construyó, quizás su última obra, una casa en Rawson y Tucumán.

A causa de la diabetes y ocho infartos su salud se deterioró para fallecer finalmente a los 62 años el 8 de agosto de 1959 en el más absoluto de los anonimatos.

Fuente:

Salamone y su estilo

Si bien resulta difícil y básicamente inexacto encuadrar a la obra de este arquitecto dentro de un estilo en particular, dado que hay elementos en la misma de varios movimientos desarrollados en esa época, puede decirse que en base a las características prevalecientes hay dos estilos que predominan, el Art Déco y el Neocolonial.

(Por esto mismo algunos especialistas sostienen que Salamone fue creador de un «estilo», hecho esto que fundamentaría sin lugar a dudas el reclamo de una dedicatoria patrimonial de su obra que pase nuestras fronteras)

El Art Déco: líneas duras y solidez en las formas afín con la monumentalidad, figuras geométricas (Hexágonos y pentágonos aunque también figuras circulares y ovales), así como líneas aerodinámicas, formas fraccionadas simples, con presencia de bloques cubistas o rectángulos, facetados, zigzags, El Art Déco dotó a la arquitectura de sobriedad, elegancia y lujo discreto. Este movimiento nace en Paris como movimiento de diseño popular a partir de 1920. Se impuso en la Exposición de Arte Decorativo de 1925.

El Neocolonial: se dio en Latinoamérica, entre 1915 y hasta los años 40. Fue una reacción nacionalista contra toda la arquitectura de inspiración italiana y francesa, retomando expresiones del período colonial. En Argentina se inspiraron en las tipologías peruanas y bolivianas.

Los otros modelos que incidieron en la época y que tuvieron repercusión en la arquitectura de Salamone son el Cubismo, el Constructivismo, el Expresionismo, el Futurismo, el Muralismo, el Modernismo, el Monumentalismo y el Racionalismo.

Fuentes:

  • Giedion, S., Espacio, Tiempo Arquitectura, Ed. Científico – Médica, Barcelona, 1961.
  • Novacovsky, A. y otros, Francisco Salamone en la Provincia de Buenos Aires «Gestión Patrimonial de su Obra», Ed. Compañía Gráfica S.A., Mar del Plata, 2004.
  • The Journal of decorative and Propaganda Art. Ejemplar 18. USA. 1992.

La obra pública de Salamone en la Provincia de Buenos Aires

Realizó sus 73 obras en 31 localidades de 18 Partidos. El resumen de sus obras es el siguiente: 11 municipalidades, 16 delegaciones municipales, 11 plazas y parques, 17 mataderos, 7 portales de cementerios, 5 crucifijos, 2 remodelaciones y ampliaciones, 1 escuela, 2 mercados y un corralón.

En particular la obra de Salamone se encuentra en (Inventario según A. Novacovsky, y otros, 2004):

Partido

Localidad

Obra

Alberti

A. Alberti

municipalidad, remodelación del antiguo palacio municipal (hoy centro universitario), plaza, portal del parque y bóveda en cementerio

Alem

Vedia

municipalidad, matadero y mástil de plaza

Alem

delegación municipal y matadero

Alberdi

delegación municipal y matadero

El Dorado

delegación municipal

Adolfo Alsina

Carhué

municipalidad, matadero y crucifijo

Azul

Azul

portal del cementerio, matadero, plaza, portal del parque y dos cristos(incorporados en el listado por mi autoría)

Cacharí

delegación municipal y matadero

Chillar

delegación municipal y matadero.

Balcarce

Balcarce

portal del cementerio, escuela, matadero y plaza.

Los Pinos

delegación municipal

San Agustín

delegación municipal

Coronel Pringles

Coronel Pringles

municipalidad, matadero, cruz de cementerio, plaza, hospital y ampliación

Chascomús

Chascomús

municipalidad

Gonzáles Chávez

A. González Chávez

municipalidad, matadero y mercado

Escobar

Escobar

delegación municipal

Guaminí

Guaminí

municipalidad, matadero, plaza y crucifijo

Bonifacio

delegación municipal

Casbas

delegación municipal

Garré

delegación municipal

Laprida

Laprida

municipalidad, portal de cementerio, matadero, plaza y corralón municipal

San Jorge

delegación municipal

Pellegrini

Pellegrini

municipalidad, matadero y plaza

Pilar

Pilar

portal del cementerio

Rauch

Rauch

municipalidad y plazoleta

Miranda

delegación municipal

Cuartel VII

delegación municipal

Salliqueló

Salliqueló

portal del cementerio y matadero

Tornquist

Tornquist

municipalidad, remodelación de plaza, remodelación de matadero, crucifijo en cementerio

Saldungaray

delegación municipal, matadero, portal de cementerio, mercado y plaza

Tres Lomas

Tres Lomas

municipalidad (ex delegación), matadero y plaza

¿El Art Déco como expresión de un poder político fascista?

A partir de los años 30 el estado pasa a ser la más importante de las instituciones. Atento con esta situación comenzará a diagramar los simbolismos que lo representará con tal estatus. Y allí es cuando la arquitectura cobra un papel importantísimo para poder reflejar a través de sus obras «…la agresiva competencia y exaltación nacionalista..» (A. Novacovsky y otros, 2004). Aún cuando se tratase de regímenes muchas veces ideológicamente opuestos, pero con la intención de realzar su presencia efectiva de orden y eficiencia a través de la arquitectura.

Bajo esta óptica clara de idealizar al Estado hasta el punto de «…divinización…» (A. Novacovsky y otros, 2004), la arquitectura tradicional recurre al clasicismo para representar los edificios símbolos, pero con la llegada del Modernismo y dando cabida a jóvenes profesionales, el Estado poderoso encuentra su representatividad por medio de los diseños geométricos que propone el Art Déco, con fachadas austeras y blancas. Este tipo de arquitectura fue la elegida por la Italia fascista de Mussolini.

Salamone sabe interpretar los «deseos y gustos» de Fresco combinado el monumentalismo con una plástica urbana que conjuga la arquitectura con simbolismos, decoración y propaganda.

Fuentes:

  • Novacovsky, A. y otros, Francisco Salamone en la Provincia de Buenos Aires «Gestión Patrimonial de su Obra», Ed. Compañía Gráfica S.A., Mar del Plata, 2004.
  • The Journal of decorative and Propaganda Art. Ejemplar 18. USA. 1992.
  • Viva, revista de Clarín, La joyas del rey Salamone, pag. 80, Buenos Aires, 04 de noviembre de 2007.

Municipalidades, Delegaciones, Mataderos y Cementerios: símbolos de una época política

Al sentido con que Salamone diseñó cada obra, hay que sumarle el simbolismo de cada una de ellas, la ubicación y por ende la comunicación que se da entre ellas para generar un sentido de pertenencia de las mismas para con los habitantes y el gobierno protector, a través de la modernidad y el progreso provocando así cada vez mayor afinidad política entre el pueblo y la ideología política del estado. Sin olvidar que por entonces la mayoría de las localidades en donde se construyeron las obras solo eran pequeños pueblos dispersos en la inmensidad de la pampa.

  • Municipalidades: con el claro propósito de mostraran la grandeza y el sentido protector del Estado y por ende que compitieran con los volúmenes de las iglesias, Salamone realiza edificios monumentales con altas torres expresionistas generalmente coronadas con novedosos relojes. También innova con balcones, diseños del mobiliario, carpintería y artefactos eléctricos así como los interiores, haciéndolos mas funcionales.
  • Delegaciones Municipales: por tratarse de poblaciones más pequeñas, los edificios también lo eran. Muy pocas dependencias y más bien espacios adyacentes para el albergue de maquinarias de uso vial. Salamone lo resuelve en su mayoría dentro de su estilo Art Déco de un solo piso y con una pequeña torre futurista.
  • Mataderos: la industria de la carne se desarrollaba en condiciones cuestionadas al menos desde dos aspectos, por un lado la crueldad con que se mataban a los animales y por otro las condiciones higiénicas. Por tales motivos los nuevos edificios eran más funcionales contando con corrales para los distintos tipos de animales, sala de faenado y el sitio para el despacho de la carne y obviamente también algunas dependencias secundarias. El tamaño del matadero dependía de la cantidad de habitantes a los que debía abastecer. También se buscaba garantizar un mejor tratamiento de los desechos patológicos. Salamone diseñó estructuras funcionales en donde predominaba un gran espacio central circular del que colgaba un sistema de rieles por el que eran desplazadas las reses durante todo el proceso de producción, instaurándose así el concepto de producción en cadena para la actividad cárnica. Mantiene las ya clásicas torres, el facetamiento geométrico con el Art Déco como lenguaje de base.
  • Cementerios: para hacer acrecentar el sentimiento de pertenencia de los habitantes para con su localidad y en virtud del culto de los latinos ante la muerte, Salamone mantiene la clásica distribución interna de los nichos, bóvedas y tumbas e incluso la de las distintas dependencias para el funcionamiento de un campo santo, siendo su principal innovación la de dotar de contundentes símbolos cristianos a los mismos. Fue en los cementerios donde se expresó toda la magia de su creatividad Art Déco, monumentalista, expresionista, futurista o como dicen algunos «…inaugurando el muralismo en la arquitectura…» (A. Novacovsky y otros, 2004).

Quién fue el escultor de sus obras?

 Santiago Josè Chierico     

 A finales de la primera década de este siglo, comienza en la pcia. de BSAS, todo una movida que tiende a revalorizar, la obra del Arq. Francisco Salamone. Unas 70 obras de arquitectura monumental realizadas entre los años 1936-1940. En el marco de esta revalorización de edificios y espacios públicos de características muy singulares y espectaculares, realizadas en el interior de la pcia. deBSAS, es que emerge, junto a él, la figura del escultor que acompaño todas estas obras, y que no fue otro, que nuestro querido Santiago José Chierico, del que en La Matanza tenemos dos de sus obras emblemáticas para nuestro distrito, el monumento a San Martin, en la plaza homónima de San Justo, de 1944, y el conjunto escultórico dedicado a Sarmiento, en la ciudad de Ramos Mejía, de 1948.

Nacido en Tolosa, ciudad de La Plata, pcia. de BSAS, a los 16 años iniciaba su vinculo con la escultura. Vecino del barrio de Liniers, en alguna época.Los salones nacionales, vieron desfilar sus obras, desde 1920 hasta 1946 y supo de su actividad artística y docente, la Universidad Nacional de Tucumán, allí, entre otras dejo una de sus obras en el boulevard de una importante avenida tucumana. También sus obras están en la ciudad de BSAS, La Cautiva, en Villa Luro (1939), La Virgen de la Medalla Milagrosa, en la cúpula de iglesia del mismo nombre, de 5,30 Mts. En 1968, se inaugura una obra suya en Colombia, es una estatua de Carlos Gardel, donde llega una importante comitiva política y artística para el evento.

En 1944 y 1948, se inauguran obras suyas en el distrito matancero, monumento al Libertador, Plaza San Martin de San Justo, monumento a Sarmiento, en Plaza Sarmiento de Ramos Mejía, y en la década del 50, se inauguran dos obras de un artista discípulo suyo, su hijo Mario Rubén, nacido en Haedo en 1920, quien realiza el monumento de Almafuerte y el busto de don Justo Villegas, para los días del Centenario de San Justo. Don Santiago J. Chierico, formidable artista, fallece en BSAS en junio de 1974.


La recopilación de estos textos fueron trabajo de:

Mariana Sosa y Pablo Reales
Departamento de Ambiente y Turismo de la Universidad Nacional de Avellaneda

Fotografías:

Marcelo Cantó