Detrás de la cancha de Huracán, en viejos terrenos ferroviarios se construyeron 56 edificios con casi 2400 departamentos.

Un reluciente complejo de edificios sobresale en el límite entre Barracas y Parque Patricios. Se asoma por detrás de la cancha de Huracán. Estación Buenos Aires comienza a poblarse, muy de a poco. El silencio y la quietud de sus calles internas aún se llevan toda la atención. Se ven todavía más obreros y personal de seguridad, pública y privada, que habitantes. Hace tiempo que los vecinos de las cuadras aledañas esperan que la nueva urbanización se desarrolle. No solo porque será habitado por alrededor de 10.000 personas que ocuparán un espacio ferroviario antes abandonado, sino porque generará movimiento comercial a una zona en la que predominan depósitos y fábricas.

«Será una gran mejora para todo el barrio. Como que va a haber más vida, ¿no?», suspira Rosa Zalazar mientras camina, a paso lento, por José Cortejarena, al otro lado de la avenida Vélez Sarsfield. En los últimos 10 años, cuenta la vecina, «fueron muy pocas las obras para renovar esta zona».

El predio a estrenar cuenta con 2396 departamentos, de entre uno y tres ambientes, distribuidos en 56 edificios de distinta morfología y con terrazas verdes. Hay poco más de 1000 cocheras y un gran espacio verde en el centro del complejo. Se construyeron también dos jardines de infantes, que ya prestan servicio.

Las viviendas son un desarrollo del programa nacional Procrear y fueron ofrecidas a los ciudadanos con una línea preferencial de crédito de hasta 30 años otorgada por el Banco Ciudad. Recién en febrero de este año se abrió la inscripción para los interesados en adquirirlas.

«Dicen que va a haber negocios también», agrega Rosa Zalazar. Efectivamente, una vez que avancen las licitaciones -este proceso sería en noviembre, según fuentes de Procrear- se abrirán unos 74 locales que están distribuidos en la planta baja de muchas de las torres. Entre la escasa gente que circula por el complejo se dice que en uno de los nuevos edificios cercanos al cruce de Vélez Sarsfield y Amancio Alcorta se instalaría, por ejemplo, la sucursal de una cadena de supermercados.

Esperanza

Estación Buenos Aires está emplazado en una zona fabril, repleta de depósitos de todo tipo. Transitan por allí más camiones que automóviles de menor porte. Encontrar un quiosco se vuelve una tarea poco fácil para los peatones. «Hace seis o siete años que muchos de los negocios cerraron porque el barrio estaba muerto. No había a quién venderle», recuerda Antonio Chuma, que desde hace tres décadas vive a una cuadra de la cancha de Huracán. Y afirma: «Ahora se abrieron dos locales porque los comerciantes tienen la esperanza de que funcionen con el nuevo barrio». Desde la vereda de su casa, se pueden detectar algunas de las flamantes torres que aparecen por detrás de la sede de una empresa privada.

A fines de agosto, el gobierno de la ciudad, mediante el Instituto de la Vivienda (IVC), entregó la primera veintena de llaves a los flamantes adjudicatarios. Ahora, ya se firmaron en total 100 escrituras y para cuando finalice este mes habrá 282 unidades asignadas, indicaron desde el organismo a LA NACION.

Aunque las familias tengan en mano el boleto de compraventa, eso no significa que se muden de manera inmediata. Queda a criterio de cada una cuándo hacerlo, explican desde el gobierno. Fabiana Lacuadra camina por la calle central (la continuación de Suárez) que atraviesa el complejo, con su pequeña niña en brazos. Van en camino a su nuevo hogar, que compartirán con su pareja y otro hijo, pero aún no viven allí. «Estamos terminando de instalar algunas cosas», cuenta la joven mujer. Ella fue una de las primeras adjudicatarias y está contenta con el paso que dio junto a sus allegados. «El barrio es hermoso. No teníamos programada esta oportunidad y cuando vimos publicitada esta chance decidimos anotarnos. Siempre estábamos alquilando porque no podíamos acceder a un préstamo para comprar», describe.

Los postulantes debían tener ingresos familiares mensuales de entre cuatro y ocho salarios mínimos vitales y móviles y no registrar antecedentes financieros desfavorables en los últimos 24 meses.

Otro de los requisitos para la inscripción era que debían ser ciudadanos que residieran y/o trabajaran en la ciudad de Buenos Aires o dentro del radio de los 100 kilómetros de distancia. Equipos técnicos del IVC y de Procrear son quienes validan los datos y entrevistan a los interesados. Estos procesos aún siguen en curso.

Alejo se mudó hace poco a otra de las torres de Estación Buenos Aires, apurado antes de partir a su lugar de trabajo: «Mi casa parece Kosovo. Es como vivir en una maqueta», agrega jocoso, y su risa se hace oír en medio del silencio ambiental. Sus actuales «vecinos» son obreros que continúan realizando labores en ciertos edificios, entre tres y cuatro policías de la ciudad que recorren las calles casi desiertas, personal de seguridad privada y algunos perros sin dueño. Son muy pocas las viviendas ocupadas.

¿Cómo son las unidades hasta ahora asignadas? De las 282 que habrán sido entregadas para fines de este mes, 73 tienen un único dormitorio; 173 cuentan con dos habitaciones (de las cuales 108 poseen cochera) y 36 son de cuatro ambientes y estacionamiento para rodados, detallaron desde el IVC.

William López, que trabaja a diario en una empresa ubicada justo a un lado de Estación Buenos Aires, cree que «la zona se va a volver más movida». Actualmente, una vez que cae la noche, «no queda nadie». En similar sentido piensan vecinos y comerciantes de la zona, que añoran que los nuevos vecinos cambien la rutina del barrio. «Desde que comenzó la construcción del complejo ya se ve más gente. No está tan desolado. Imagino que eso será mejor cuando más personas lleguen a vivir ahí», opina Rodrigo, que vive a tres cuadras del complejo.


Fuente La Nación