Nota por Bruno Sabella – Imagen portada Fredi Carrera
La Patagonia argentina cuenta con algunos de los lugares más famosos y bellos del planeta: Ushuaia, el glaciar Perito Moreno, Bariloche, San Martin de los Andes, solo por nombrar algunos. Sin embargo, también existen muchos lugares que no son tan conocidos, es más, lugares que prácticamente han quedado totalmente abandonados y detenidos en el tiempo. No por ello son menos bellos que los destinos más famosos y populares. Uno de los lugares que parece haber quedado detenido en el tiempo es la playa de Cabo Raso en la provincia de Chubut.
Cabo Raso se encuentra a 150 kilómetros de Trelew y a 244 kilómetros de Comodoro Rivadavia. En la actualidad se lo conoce como el “pueblo fantasma”, donde se fueron todos. La localidad más cercana es Camarones, a 80 kilómetros. Cabo Raso se encuentra sobre una amplia bahía atlántica que ofrece un puerto natural. A fines de 1800 fue un destino de pioneros, ya que aquí se establecieron muchas estancias ganaderas que prosperaron gracias a la producción de lana de oveja, la cual se destaca por la excelente calidad en la zona. Todo comenzó a cambiar en el siglo XX cuando los pobladores de Cabo Raso comenzaron a irse, hasta que en la década del 50 quedó totalmente abandonado y en ruinas.
Al llegar a Cabo Raso pareciera no haber nada. Solamente un paisaje de estepa, seco y monótono. Sin embargo, hay mucho por ver, y, sobre todo, sentir. Solo basta con entrar en contacto con la naturaleza del lugar y potenciar todos los sentidos. A medida que nos acercamos a la costa, comenzamos a percibir los encantos de este lugar tan recóndito de la Argentina. Aquí es el mar es diferente. Tiene un encanto especial. Y uno lo percibe. Es el Atlántico Sur de la Patagonia, salvaje, indómito, y especialmente sobrecogedor. Esconde leyendas, misterios, innumerables naufragios, así como también impone mucho respeto. Pero también tiene un encanto que lo hace único y diferente. Es una extraña seducción. Pero así es la Patagonia: misteriosa y encantadora.
Cabo Raso llegó a tener alrededor de 200 habitantes, así como también contaba con un almacén de ramos generales, el cual se llamaba “La Castellana”, que según cuentan las historias y leyendas del lugar, en sus mejores épocas, recibía a muchos peones y gauchos de los campos cercanos. Era el típico lugar de encuentro, cuando existía una comunidad. Es inevitable al caminar por aquí y pensar cómo serían aquellas noches en este lugar, cuando aún estaba “vivo” de alguna manera el pueblo. Por otro lado, también tuvo una oficina de correo, telégrafo y hasta una escuela de piedra construida en 1909, a la cual llegaban niños de las estancias vecinas. También se instaló un faro en 1925.
Con el paso de los años y sobre todo cuando la ruta Nacional 3 se asfalto, Cabo Raso comenzó a apagarse lentamente. La antigua ruta dejó de utilizarse, con lo cual Cabo Raso dejo de ser el lugar donde pasaban los vehículos que hacían su recorrido entre Trelew y Comodoro Rivadavia. Poco a poco la gente comenzó a irse en busca de nuevas oportunidades a localidades cercanas. Y de esta manera Cabo Raso se convirtió en un “pueblo fantasma.”
Donde alguna vez hubo niños jugando, y ancianos conversando en las esquinas, hoy solamente quedan las viejas paredes derrumbadas. Ruinas y más ruinas. Uno piensa: ¿qué habrá sido de aquellas personas que alguna vez llamaron hogar a Cabo Raso? Hoy solamente reina la paz absoluta y un silencio inquebrantable. En 1985 falleció Mercedes Finat, la dueña del almacén La Castellana y quien fuera la última habitante de Cabo Raso. Desafiando a la soledad, termino sus últimos días resistiéndose a abandonar su hogar. Si uno busca conocer un lugar diferente, sin dudas Cabo Raso es una muy buena opción.
Conozco, como tambien toda la costa patagónica y fueguina.
Todas ellas, costas históricas y majestuosas.
Visitamos CABO RASO en Febrero de 1977, llegando desde Viedma por la ruta Provincial 1, luego de largos kilómetros de ripio y soledad un cartel baleado nos anunciaba la cercanía de CABO RASO pero no se veía el «Pueblo» como figuraba en el viejo mapa del Automóvil Club Argentino,. Al comienzo solo una gran enramada cubriendo una Estafeta Postal y Oficina Meteorologica y un enorme galpón de Ramos Generales, llamado «LA CASTELLANA». Entramo a comprar bebidas y a curiosear , nos atendió doña MERCEDES (Su dueña) preguntamos por los habitantes y contó que eran solamente tres (3), Don JOSE, el Anciano juntador de ALGAS, ANTONIO, el carnicero y ella, a cargo del CORREO, la METEOROLOGIA y y el almacén de ramos generales donde no faltaba nada de nada (Víveres, Verduras, Conservas, Herramientas, Molinos y Bombas de Agua, Chapas,, Carrocerias y Motores FORD y CHEVROLET, Neumaticos, Etc, Etc). Nunca vímos tanta y tan variada mercadería junta en un solo lugar, ni siguiera hoy en WALLMART o EASY. Nos conto que el pueblo fue decayendo lentamente a partir de la construcción de la ruta 3, luego hubo un gran incendio que destruyo muchas casas y también su hermano su traslado a comerciar en VIEDMA . Mercedes prometió terminar sus días donde había nacido…. Y CUMPLIÓ.- Lindos recuerdos, Alicia y Ricardo, Buenos Aires, CABA