Villa Epecuén es el nombre de un pueblo turístico argentino en ruinas, ubicado en Adolfo Alsina, en la Provincia de Buenos Aires. Árboles secos aún en pie y casas vacías son lo único que asoma sobre la superficie uniforme del espejo de agua, lo poco que quedó a la vista de la pujante Villa Epecuén: un pueblo que, en plena actividad turística, debió ser abandonado por el avance de las aguas del lago.

Mientras salimos de Carhué, vemos una hilera de árboles blancos que marca lo que fue la avenida Colón, hoy sumergida bajo las aguas salobres, como un presagio de lo que veremos en la villa inundada, nuestro destino.

Situada a 7,3 km de la ciudad de Carhué, fue fundada en 1921 a la vera del lago del mismo nombre, y llegó a tener cerca de 1.500 habitantes, siendo visitada por un promedio de 25 mil turistas durante el verano.

Sin embargo, en 1985, durante la gobernación Alejandro Armendáriz (UCR) una inundación provocada por una creciente del lago sumergió a la ciudad completamente bajo el agua, obligando a su evacuación total. Recién en los últimos años el agua comenzó a retirarse, dejando a la vista las ruinas de la ciudad, que se han convertido en sí mismas en un atractivo turístico.

La abrupta destrucción de la ciudad, junto con sus ruinas, despertaron el interés de periodistas, antropólogos, fotógrafos y deportistas. Sin embargo, Villa Epecuén no está totalmente deshabitada, ya que Pablo Novak, un vecino cuya familia estaba firmemente ligada a la ciudad mediante distintos emprendimientos, se negó a abandonarla y aún permanece allí como el único habitante.

Origen

Las aguas termales de la laguna Epecuén poseen un alto nivel de salinidad, similar al del Mar Muerto, lo cual generó un creciente interés turístico/medicinal hacia la zona.

El pueblo fue fundado por Arturo Vatteone el 23 de enero de 1921, con la inauguración del primer balneario sobre la laguna, a 7 km deCarhué. El lugar fue denominado «Mar de Epecuén» y comenzaron a lotearse tierras para conformar un pueblo.

Otro factor importante fue la confluencia de varias líneas ferroviarias en la zona. El Ferrocarril Oeste (hoy Sarmiento) servía la estación Villa Epecuén, mientras que el Ferrocarril Midland y el Ferrocarril del Sud llevaba pasajeros hasta la estación Carhué.

El pueblo no dejó de expandirse desde entonces, desarrollando la infraestructura urbana e inaugurando hoteles, residencias de lujo e industrias explotadoras de sal y productos derivados.

Se generó una población estable, entre trabajadores y propietarios, de modo que hacia 1930 la ciudad ya contaba con todas las instituciones de un poblado permanente.

Hacia la década del ’70 recibía 25 mil turistas durante la época veraniega, con 6 mil plazas hoteleras declaradas y 250 establecimientos comerciales. La población estable rondaba las 1.200 personas.

Inundación

En esa época las autoridades provinciales deciden realizar obras hidráulicas para estabilizar el caudal irregular de la laguna, una característica natural e inherente a su condición, pero que causaba serios trastornos a la actividad turística. Los trabajos comienzan con la construcción de un canal recolector de agua, pero son abandonados a medio hacer con la llegada de la Dictadura Militar en 1976.

Este panorama comienza a verse agravado desde 1980 con el surgimiento de fuertes lluvias, que amenazan con anegar al pueblo. Es entonces que se decide construir un terraplén defensivo de cuatro metros de altura sobre la costa, el cual resistió durante algunos años hasta rebalsar totalmente durante una fuerte crecida el 10 de noviembre de 1985. En noviembre de 1985 los excedentes hídricos vencieron las defensas en Villa Epecuén, inundando el pueblo que tuvo que ser evacuado. Se ha imputado al entonces gobernador de la UCR Alejandro Armendáriz de haber ordenado sacar los sistemas de defensa que paraban el agua de un sistema hídrico que, como el de las seis lagunas «Encadenadas» al norte de Carhué no tenía contención. Las indemnizaciones en australes fueron afectadas por la hiperinflación reinante. Varios funcionarios radicales serían posteriormente imputados por desvió de fondos públicos que estaban destinados a las obras públicas contra las indundaciones, entre ellos el vicegobernador, y el ministro Conrado Storani y el ministro Aldo Neri, quién sería acusado por los vecinos damnificados de desviar la ayuda alimentaria a punteros radicales, siguiendo criterios políticos partidistas a cambio de votos.

El pueblo fue evacuado en su totalidad, y el agua no retrocedió.

Actualidad

Nos acercamos a las primeras manzanas de la villa y las calles se continúan como avenidas de agua entre las casas semi sumergidas. De las paredes derruidas y los techos crecen plantas tupidas como demostración de lo efímeras que son las obras del hombre frente a la naturaleza.

Sobre lo que fue la calle Alvear, la playa de estacionamiento de la vieja terminal de ómnibus parece esperar el regreso de los miles de turistas que poblaban los balnearios, visitaban los complejos termales y se hospedaban en lujosos hoteles como el Venecia, cuyas ruinas se ven a solo una cuadra de la ex terminal.

Los visitantes comenzaron a llegar cada vez en mayor cantidad a partir de la década del treinta atraídos por las aguas que aliviaban los dolores reumáticos, la artritis y los problemas de la piel. Entre 1960 y 1970, la villa Epecuén llegó a contar con 5.000 plazas estables y cientos de comercios, y recibía más de 25.000 turistas por temporada. Pero pronto los sueños de todo el pueblo iban a quedar cubiertos por las aguas.

El nivel del agua ha retrocedido casi en su totalidad. Aun es visible el trazado de las calles, el dique de contención y las ruinas de las casas, hoteles y edificios emblemáticos. Abundan árboles muertos, edificios en ruinas y vehículos oxidados.

Las ruinas son frecuentemente visitadas por fotógrafos, turistas de distintas partes del mundo, periodistas y entusiastas de los deportes extremos. Como ya se mencionó, el lugar es habitado solamente por Pablo Novak, un hombre nacido en 1930 que se resiste a abandonar su pueblo.

Hacia mediados de 1993 Villa Epecuén se encontraba a 7 metros bajo el agua. Durante esos años se realizaron obras para impedir el ingreso de caudales externos a la laguna, por lo que la cota comenzó a descender lentamente.

Galería fotográfica


Fotografías: Marcelo Cantó