Fue sometido a revisión por expertos argentinos, de la NASA, y de las agencias espaciales europea, italiana y canadiense.

En el centro de pruebas de la empresa rionegrina Invap ya empieza a correr la adrenalina: un nuevo satélite científico argentino, el Saocom 1a, uno de los dos aparatos gemelos que se están desarrollando en el campus de la compañía patagónica desde cuyas instalaciones se advierten las cumbres nevadas de los Andes australes, acaba de aprobar su último «examen» con honores. Esto significa que ingresa en la recta final de pruebas antes de su lanzamiento, el año próximo.

Como parte del protocolo adoptado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), que desde 1991 propone y ejecuta el Plan Espacial Nacional, el proyecto fue sometido durante la última semana a una revisión por expertos argentinos, pero también de la NASA y las agencias espaciales europea, italiana y canadiense.

Fueron jornadas intensas, que se extendieron desde las siete y media de la mañana hasta las ocho y media de la noche, y en las que no se pasó por alto ni el más mínimo detalle. Todo culminó con lo que en la jerga se llama RFA o request for action, un documento en el que se pueden sugerir cambios o análisis adicionales, pero con la satisfacción de que en este caso fueron mínimos.

«Es la metodología aceptada entre las agencias más importantes del mundo, en particular la europea -subraya el doctor Conrado Varotto, director ejecutivo y técnico de la Conae-. Este tipo de revisión en el más alto nivel es una manera de certificar el satélite.»

«Hay distintas revisiones en la vida de un proyecto satelital (de diseño, de ingeniería de detalle y otras). Ésta, llamada «revisión de diseño preliminar» (o PDR, según sus siglas en inglés) fue probablemente la última de todas y consistió en demostrar con modelos que todo funcionará como debe hacerlo, porque cuando esté en el espacio no hay oportunidad de corregir errores», explica desde Bariloche el gerente de proyectos, Fernando Hisas.

Saocom 1A

«Los modelos son elementos físicos o matemáticos que permiten predecir qué comportamiento va a tener el satélite y sus componentes básicos en el ambiente o la funcionalidad para la cual fueron diseñados -agrega Jorge Medina, jefe de ingeniería de la misión Saocom-. Una vez concluidos y realizadas las observaciones necesarias, se congelan los requerimientos para empezar a desarrollar las antenas de ingeniería, las plataformas de servicio y los demás elementos.»

El Saocom 1a forma parte de un ambicioso proyecto espacial que integran dos satélites gemelos. Ambos se sumarán a la constelación Siasge (Sistema Italo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias), que también conforman cuatro satélites de la constelación italiana Cosmo-SkyMed, de la Agencia Espacial Italiana (ASI). Los dos satélites argentinos serán idénticos y orbitarán a 180 grados uno del otro; es decir, que cuando uno está subiendo hacia el Ecuador por el meridiano de Greenwich, el otro va bajando por el antemeridiano.

Saocom 1A«Los Saocom llevan radares de apertura sintética en banda L, polarimétricos, y trabajarán en conjunto con los cuatro satélites italianos equipados con radares de apertura sintética en banda X -agrega Hisas-. Es la primera vez que se va a ofrecer información de estas características en el mundo. Y, además, esta configuración única permitirá observar simultáneamente, en ambas bandas, en el mismo momento y el mismo lugar.»

Para explicar los beneficios que otorga un radar de apertura sintética orbitando la Tierra a más de 600 km de altura, Hisas recurre a las imágenes médicas: «Tanto la tomografía de rayos X, por emisión de positrones o por resonancia magnética muestran cortes del organismo, pero cada una deja ver cosas diferentes -dice-. A diferencia de las imágenes ópticas, el radar de apertura sintética permite observar tanto de día como de noche, con buen tiempo o a través de las nubes.»

Con un instrumento que ofrece una resolución de entre 10 y 100 metros, los Saocom permitirán trazar mapas de humedad de suelo para la producción agrícola, la hidrología y la salud.

Según la doctora Laura Frulla, investigadora principal de la misión Saocom, la elección del radar de apertura sintética surgió de intercambios con los usuarios, que pidieron un instrumento que dé soporte a la agricultura, la hidrología y las emergencias. «El parámetro que satisfacía todo esto es la humedad del suelo, que se puede medir precisamente por la banda L», explica.

Por otro lado, al formar parte de una constelación, el instrumento también puede hacer captaciones interferométricas, que brinden información de altura, de deformación del terreno o desplazamiento de volcanes. «Se podrá detectar la «respiración» que indica que están por entrar en erupción -subraya Frulla-.También, dado que se le exigió mucha sensibilidad al instrumento, sirve para analizar desplazamiento de placas, glaciares, nieve, avalanchas, para identificación de cultivos, monitoreo de derrames de petróleo, investigación oceanográfica, registro de áreas forestadas o deforestadas, cambios en las ciudades, basurales.»

Cuando estén volando los seis satélites juntos, el lapso de revisita (el tiempo que transcurre hasta que vuelven a pasar por el mismo lugar) será de 12 horas.

Ya cumplida esta revisión, en los hangares de Invap comienza la fabricación del primer modelo, denominado protoflight, y el segundo, flight. Los ensayos en el centro de pruebas duran varios meses, en los cuales se somete al aparato a las condiciones extremas que enfrentará durante el lanzamiento y una vez que esté en órbita: debe resistir violentas vibraciones con diferentes frecuencias y cambios de temperatura que pueden pasar de los cien grados bajo cero a los 100 sobre cero. Simultáneamente, se «toma el pulso» de sus propiedades funcionales.

Su lanzamiento, a bordo de un lanzador Falcon 9 de la empresa Space X, está previsto para octubre de 2017, desde la Base Vandenberg, en California, la misma desde la que partió el SAC-D.

Conforme con la marcha del programa, el doctor Varotto destaca: «Este proyecto es de lo más avanzado que se está haciendo en el mundo».


Fuente: La Nación