Esta cepa va encontrando su lugar en las mesas de los consumidores del mundo. Se la destaca por presentar un muy buen color, de taninos suaves, fácil de tomar y principalmente, de baja graduación alcohólica, característica distintivas ante las nuevas tendencias.
El bonarda es una variedad con gran potencialidad enológica en Argentina y es considerada la segunda cepa tinta más importante, después del malbec. El país es el único productor de esta uva, por lo que es un varietal sin competencia de otros países. Otro punto distintivo, es que se desarrolla con gran éxito en todas las regiones argentinas, demostrando su particularidad en cada lugar.
Según el enólogo de Nieto Senetiner, Roberto González, las características enológicas de este vino, cuando se las compara con el Malbec, son muy símiles: “Es un producto que presenta muy buen color, de nariz fresca y frutal; algunas veces suele evolucionar al clavo de olor y de boca muy sedosa, amplia y de taninos muy soft. Una cualidad muy importante es que su contenido alcohólico no supera los 13,5”.
Por otro lado, Pedro Pelegrina, enólogo de la bodega sanjuanina Casa Montes, contó que es un varietal que tiene mejor desempeño en Argentina que en Italia, algo parecido con malbec. De este modo, explicó que “se caracteriza por tener buenos rendimientos, cuando tiene buen equilibrio vegetativo productivo”. Al igual que González remarcó la intensidad y el color, así como también los aromas de frutos rojos que lo hacen un producto muy atractivo cuando es joven. Finalmente, sumó que los taninos de la bonarda son siempre suaves, lo que hace que sea un vino fácil de beber.
A todas estas características, el enólogo José Morales de bodega Callia mencionó que por lo general son vinos muy frutados (perfil de frutas rojas frescas), “en algunos casos con notas de menta y eucalipto, que trabajados con una buena madera que aporte, por ejemplo, sensaciones de chocolate, permiten obtener vinos de aromas muy distinguidos, en boca en general presentan taninos muy suaves y dulces, que los hacen muy fáciles de beber, que con un buen trabajo con madera hacen que se les pueda sumar también una buena complejidad”.
Finalmente, Sebastián Zuccardi de la bodega homónima señaló que “es una variedad de gran adaptación a nuestro clima y suelos, por esto es la segunda variedad tinta cultivada en el país. Esta ampliamente difundida en las zonas de menos altura de Mendoza (zona este) pero se la encuentra en toda la provincia”.
En este contexto, es que Zuccardi añadió que lo importante es que durante mucho tiempo en Argentina se la veía solo como una variedad para producir volumen, por la posibilidad de dar generosos rendimientos, pero puntualizó que “esto ha cambiado y hoy se elige la zona correcta y se trabaja en el viñedo para obtener vinos de gran calidad e identidad. Es una variedad de hojas enteras, racimos grandes, compactos y bayas redondas. Tiene un ciclo de maduración largo, por lo que en zonas de mayor altura es necesario trabajar con rendimientos moderados para que llegue a madurar”.
Por otro lado, teniendo en cuenta los lugares donde mejor se desarrolla, el enólogo de Bodega Zuccardi explicó que “en el caso de Mendoza, las zonas más cultivadas son aquellas de menor altura, ya que tiene un ciclo de maduración más largo, y en esos lugares realmente se destaca con respecto a otras variedades. Sin embargo, cuando es cultivada y manejada adecuadamente en zonas de altura muestra características muy interesantes”. De este modo, es que “creo que depende el objetivo y el nivel de vino que buscamos es la zona en que la cultivamos”.
Siguiendo con esta provincia, el enólogo de Nieto Senetiner indicó que las zonas donde se localizan la mayor cantidad de hectáreas implantadas es el Este mendocino, allí junto con la zona Alta del Río Mendoza encuentra su terruño.
Desde Casa Montes, Pelegrina añadió que esta vid es muy plástica y se adapta a diferentes lugares. En el caso particular de San Juan, el enólogo contó que se comporta muy bien en casi todos los puntos de la provincia.
En San Juan, José Morales reveló que se adapta excelentemente a las condiciones del Valle de Tulum, y se comporta de manera muy similar a como lo hace en la zona Este de Mendoza. “Cuando nos referimos a esa excelente adaptación decimos, que sus viñedos son altamente productivos ofreciendo una muy buena calidad”, definió el enólogo.
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